Un estudio que indica que la «fobia social» no es timidez

 

 

 

 

 

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enfermedades mentales / Trastornos infantiles / Otros trastornos
21/oct/2011 · Pediatrics. 2011 Oct
Fuente: http://www.psiquiatria.com/

Un estudio indica que la “fobia social” no es timidez.

Resumen
Algunos investigadores y la prensa han sugerido que la entidad diagnóstica de la fobia social “medicaliza” la timidez humana normal. Un estudio del Instituto Nacional de Salud Mental de Bethesda, en Maryland ha analizado la verosimilitud de esta hipótesis determinando la frecuencia de la timidez y su superposición con la fobia social en una muestra representativa a nivel nacional de adolescentes e investigando el grado por el que la timidez y fobia social difieren en cuanto a las características sociodemográficas, el deterioro funcional y la comorbilidad psiquiátrica. Por último se examinan las diferencias en las tasas de uso de medicamentos recetados entre los jóvenes con timidez y / o fobia social.

Los datos se basan en una encuesta en la que un equipo identificó casos de fobia social en adolescentes que se habían autodefinido como tímidos o no.

“La timidez no es necesariamente una fobia social y eso es lo que demuestra nuestro estudio”, dijo Kathleen Merikangas, del Instituto Nacional de Salud Mental de Bethesda, en Maryland.

Con su equipo observó también que menos del 8 por ciento de los adolescentes con fobia social había recibido algún tratamiento con antidepresivos.

Según el estudio publicado en la revista Pediatrics, el diagnóstico “fobia social” es una enfermedad psiquiátrica y no un sinónimo de timidez, según señala un nuevo estudio realizado en Estados Unidos.

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Trastornos del humor (afectivos)

 

 

 

CAPÍTULO 18
TRASTORNOS DEL HUMOR (AFECTIVOS)
E. Álvarez Martínez, J. Pérez Blanco, V. Pérez Solá
http://www.psiquiatria.com/
Tratado de Psiquiatría.Área corporativa.

La gravedad y alta prevalencia de este grupo
de trastornos le confiere un interés y relevancia
social de envergadura. Tal y como es
descrito en los párrafos dedicados a epidemiología,
el riesgo de sufrir episodios depresivos en
la población general es muy elevado. Además del
grado de sufrimiento que supone, este tipo de patología
constituye la primera causa de suicidio en el
ser humano. El grado de conocimiento sobre la forma
de presentación y curso de la enfermedad, así
como los aspectos etiopatogénicos y terapéuticos
han avanzado de forma considerable en los últimos
años, sin embargo, todavía existen grandes desequilibrios
en estos campos del conocimiento. En
efecto, mientras la eficacia acumulada de todos los
posibles abordajes terapéuticos roza el 90% de remisiones,
la posibilidad de emitir un pronóstico
previo, la estabilidad del diagnóstico y la prioridad
en los criterios para el mismo, distan mucho de ser
adecuados. El presente capítulo pretende dar una
visión general sobre estos aspectos de forma que
sirvan de introducción al lector, en una temática
que interesa al psiquiatra clínico, al médico de familia
y a neuroquímicos y farmacólogos ejerciendo
una fascinación especial probablemente por la posibilidad
de cambiar el peor de los sufrimientos por
la más estricta normalidad.

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
A lo largo de la historia, se han efectuado diversas
descripciones similares a las actuales, sobre sujetos
que sufrían enfermedades afectivas. Una de las primeras
que tenemos constancia, es la efectuada por
Homero en “La Iliada”. La depresión de Belerofonte
por una parte, y los rápidos cambios de humor de
Aquiles pasando de la sobreexcitación a la más profunda
de las desesperaciones constituyendo probablemente,
la primera descripción de un ciclador rápido,
son las referencias descriptivas más antiguas
sobre enfermedades afectivas.
Narraciones menos literarias nos legó Hipócrates,
padre de la medicina, junto con sus sucesores. Efectuó
lúcidas descripciones del estado depresivo aventurándose
a una hipótesis “biologista”. Negaba cualquier
intervención divina en la aparición de síntomas
depresivos centrando la atención, en la posible “corrupción”
del cerebro (órgano donde ya situaba las
emociones), por un exceso de “bilis negra” producida
en el intestino y el bazo, origen del termino “melancolía”.
A pesar de ello, tanto Hipócrates como
sus sucesores reconocían un papel a las circunstancias
vitales prolongadamente desfavorables.
La lucidez de la escuela helénica se vió interrumpida
por la Edad Media, donde el oscurantismo carac-

terístico de esta época atribuía a causas demonológicas
tanto los estados depresivos como los maníacos,
y no fueron pocos los pacientes consumidos en las
hogueras de la inquisición (consultar la revisión de
Georgotas A, 1988).
En el mundo árabe y oriental, estos enfermos corrieron
suertes más humanas, aunque lejos de las
consideraciones hipocráticas. En el Renacimiento,
Vesalio, al igual que sus antiguos predecesores centró
en el cerebro la causa de la depresión. Se adelantó
varios siglos en la descripción y clasificación de las
enfermedades mentales, así como a las definitivas
aportaciones de Kraepelin y las concepciones cognitivistas
de Beck. De este modo rechazó definitivamente
en la cultura occidental, la intervención divina
en la aparición de enfermedades afectivas.
La concepción según el modelo clínico-anatómico
efectuada por Esquirol (1820), la habilidad taxonómica
de Billod (1856), la introducción del termino
depresión como actualmente lo entendemos, por
Griesinger (1867) y las concepciones psicologistas
de Freud (1915), cristalizaron en el trabajo integrativo
de Kraepelin (1921) del que se han nutrido y siguen
haciéndolo, los clínicos contemporáneos (consultar,
Berrios G, 1988).
ESTUDIO CLÍNICO DEL EPISODIO DEPRESIVO
En este apartado es descrito el episodio depresivo
(Tabla I) como lo será más adelante el maníaco, progresivamente,
tal como suelen ir apareciendo los síntomas
evitando la exposición académica que posteriormente
puede entrañar dificultades cuando es
trasladado a la realidad asistencial del día a día. Es
opinión de los autores que el lector en formación podrá
identificar con mayor facilidad el paciente deprimido
si este es descrito tal y como evoluciona de forma
“natural”, ya que las posibilidades de que efectúe
una consulta se puede producir en cualquier momento
de la misma.
El inicio de las enfermedades depresivas puede producirse
a cualquier edad, siendo más frecuente a partir
de los 30 años, con incrementos de incidencia en el
inicio de la involución. A excepción de los pacientes
que alternan su sintomatología depresiva con episodios
de euforia, el comienzo suele ser insidioso y difícil
de identificar por el paciente. Este, suele encontrarse
más cansado físicamente de lo habitual, con frecuencia
requiere un esfuerzo mayor para realizar las tareas
desempeñadas habitualmente y su interés por ellas
decrece. Se queja con mayor frecuencia de molestias
orgánicas, como cefaleas, digestiones pesadas o estreñimiento,
sufre dificultades para dormir sintiéndose
poco “reparado” por el sueño. Este insomnio es con
frecuencia de mantenimiento. Al agravarse el cuadro,
es descrito por el paciente como un despertar brusco
con la percepción inmediata de angustia intensa de localización,
en ocasiones, epigástrica.

Al empeorar de forma gradual el cuadro, el paciente
percibe un estado de ánimo progresivamente
más bajo, estableciéndose en franca tristeza, descrita
con frecuencia como un sentimiento muy distinto
al de la que es reactiva a una circunstancia vital, como
un fallecimiento o una separación afectiva. Este
sentimiento se va haciendo cada vez más profundo,
y si al principio provoca con frecuencia el llanto, llegado
a un cierto punto de gravedad, esta expresión
afectiva desaparece diciendo el paciente que “quisiera,
pero no puede ya llorar”.
Se va haciendo más notable la dificultad en desarrollar
tareas y el deterioro del rendimiento puede
ser importante.
Paralelamente el paciente se siente progresivamente
menos interesado en sus actividades habituales,
tanto laborales como lúdicas o sexuales. Suele
quejarse del enorme esfuerzo que representa dedicarse
a actividades que antes le interesaban mucho. Cada
vez sale menos de casa, y finalmente siente una
imposibilidad, a veces absoluta, para sentir placer de
cualquier tipo. Así mismo, el sentimiento gratificante
de sentir afecto por su familia llega a desaparecer. El
paciente dice encontrarse como “si no tuviera sentimientos”
(anestesia afectiva), ello es con cierta frecuencia
un motivo más para sentirse culpable.
Estas ideas de culpa puede relacionarlas con motivos
banales como “haber reñido a su hijo”, o “dar
una mala impresión en la empresa”. Su naturaleza
puede llegar a ser delirante, por ejemplo, si el sentimiento
de culpa por pegar a su hijo tiempo atrás,
implica para el paciente, un castigo divino en forma

de su malestar actual, sintiéndose indigno y despreciable.
Este autodesprecio, con frecuencia e independiente
de las ideas de culpa, engloba todas las facetas
relacionales; el paciente puede sentirse más
feo físicamente, inútil en sus tareas, antipático y desagradable
e inferior para los demás.
La tolerancia a las molestias físicas disminuye
mucho, así, molestias banales son expresadas por el
paciente como insoportables. Además, su sistema
neurovegetativo con frecuencia se altera, enlenteciéndose
el ritmo intestinal y produciéndose, a veces,
crisis vegetativas que pueden confundirse con crisis
de angustia (ataques de pánico). Esto se traduce en
frecuentes quejas físicas, más acusadas en pacientes
de mayor edad, etiquetadas, en ocasiones, de síntomas
hipocondríacos. En mi opinión de forma errónea,
ya que las quejas físicas responden a una disminución
de la tolerancia al dolor y etiquetarlas así,
desvirtúa el término de hipocondría. Otras veces, estas
quejas son de tanta entidad, que el paciente las
explícita durante la entrevista en primer plano y de
forma invasiva en la relación terapéutica. En estos
casos se habla de “depresión enmascarada” (término
acuñado por J.J. López-lbor Aliño), ya que los
síntomas somáticos “enmascaran” a los más característicamente
depresivos.
La anorexia es característica en los episodios depresivos,
acompañada o no de pérdida de peso. El
paciente comenta que no le encuentra “ningún gusto
a la comida”, “que come a la fuerza, o que no lo haría
en ausencia de que se lo sugirieran”. Sin embargo,
en algunos subtipos clínicos de depresión, puede
evidenciarse una bulimia marcada, básicamente por
hidratos de carbono. Son ingestas de alimento compulsivas
y en cantidades exageradas cada vez, pero
no de forma continuada durante todo el día. Aunque
será comentada posteriormente en la clasificación de
las enfermedades depresivas, vale la pena mencionar
que este tipo de depresiones es más frecuente en
personas jóvenes, se acompaña de somnolencia
diurna y parecen tener un ritmo marcadamente estacional.
Con la progresiva ausencia de capacidad para
sentir placer y experimentar sentimientos de afecto,
la sensación de que “la vida no vale la pena”, o “que
para vivir así….”, van haciéndose más patentes las
ideas de muerte. Posteriormente, con frecuencia se
angustia o se sorprende pensando en alguna forma
de quitarse la vida. En ocasiones los sentimientos de
culpa intensos y persistentes juegan un papel importante
en los deseos de muerte.
Es dramático, el desbordamiento afectivo que sufre
el paciente, en ocasiones, cuando el clínico sugiere
la posibilidad de que tenga pensamientos de esta
naturaleza. A veces la ideación suicida es intensa, y
no es raro que pacientes con depresiones recurrentes,
muestren intentos de suicidio en su historial clínico.
De hecho, es la situación depresiva, la primera
causa de autolisis.

En cuadros depresivos graves, casi siempre de tipo
melancólico (endógeno), se presentan ideas de
negación. La gravedad de las mismas puede abarcar
desde la simple impresión de que el paciente a cambiado
irreversiblemente, que es “distinto”, “mi cuerpo
y cerebro han cambiado y nunca saldrán del estado
en que se encuentran”, pasando por la negación
de órganos, “no tengo corazón” o “mis intestinos están
putrefactos”, hasta la idea completa de negación
y convencimiento de que ya está muerto. Este tipo
de ideas llevadas a su máxima expresión, constituyen
el síndrome de Cotard.
Completan la ideación depresiva, los sentimientos
de pobreza y ruina. Pacientes que son ingresados
por causa de la intensidad del cuadro o por otros
motivos, expresan: “donde voy a ir así,… no tengo
nada de ropa, lo he perdido todo,… no podré pagar
el hospital,… nos hemos quedado sin nada”, etc.
Con frecuencia muestran preocupaciones excesivas
en relación a hacer frente a pagos de facturas o
préstamos, y no es raro que los distintos temas que
hemos comentado, sean relacionados estrechamente
por el enfermo. Por ejemplo, puede sentirse culpable
por un pequeño y banal error cometido al firmar
un documento bancario, lo cual le lleva al convencimiento
que por su culpa, le bloquearan las cuentas, y
toda su familia sufrirá las consecuencias de su errónea
acción, sus hijos no podrán ir a la escuela, y no
podrán ser atendidas las necesidades mínimas de la
familia. Ello va acompañado de premoniciones de
destrucción personal, ideas de negación que completan
junto al deseo de morir y terminar el perjuicio
que causa a otros, la ideación depresiva.
Sin embargo, la mayor parte de casos, no presentan
un pensamiento tan grave y completo, si no parte
de él, las ideas de culpa moderadas y el deseo más
o menos explícito de la muerte son las evidenciadas
con mayor frecuencia en este tipo de pacientes.
La actividad física puede oscilar entre los dos polos
extremos. Desde la agitación marcada, con
muestras aparatosas de petición de perdón por las
malas acciones cometidas pasando por una simple
inquietud, hasta la inhibición más grave. Muchos pacientes
expresan el deseo de pasar en la cama la mayor
parte del tiempo. Con asiduidad, expresan deseos
de aislamiento y cualquier actividad física que
tengan que realizar “se les hace una montaña”. Es
usual que el paciente fantasee acerca de situaciones
de aislamiento completo. Esta inhibición tiene su
máxima expresión en el estupor melancólico, autentico
“coma” depresivo, durante el cual, el paciente
puede llegar a requerir ser sondado para su alimentación
y control de micción. Estas situaciones
implican intervenciones terapéuticas enérgicas.
Algunos grupos de síntomas depresivos son característicos
de determinados subtipos de depresión,
aunque serán comentados de forma más organizada
en la clasificación de las enfermedades depresivas.

Los trastornos de ansiedad afectan a entre el 10 y el 20% de los niños.

 

 

 

 

 

 

Psiquiatría

http://psiquiatria.diariomedico.com/2011/10/17/area-cientifica/especialidades/psiquiatria/los-trastornos-de-ansiedad-afectan-a-entre-el-10-y-el-20-de-los-ninos

SOBRECARGA ASISTENCIAL en las consultas

Los trastornos de ansiedad afectan a entre el 10 y el 20% de los niños
La sobrecarga asistencial de las consultas de pediatría dificulta la detección de los trastornos psicosociales, cada vez más frecuentes en la edad infantil. El trastorno de ansiedad afecta ya a entre el 10 y el 20 por ciento de los niños, según se ha comentado en el XXV Congreso Nacional de la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria.

«Existe una nueva morbilidad pediátrica», ha planteado Jesús García Pérez, jefe de la Unidad de Pediatría Social del Hospital Niño Jesús, de Madrid, prolijo en expresiones que gráficamente definen el cambio que se está produciendo en las patologías que afectan a los niños: «Hoy los niños no se parecen a sus padres y presentan nuevas patologías como la wifitis, niños que mandan mil mensajes diarios y los pediatras tenemos que adaptarnos a los tiempos».

«Es evidente que hay un conflicto importante entre la disponibilidad de tiempo que tienen los pediatras y el que necesitan estos pacientes.»

El presidente de esta sociedad científica, José Luis Bonal, y el presidente del congreso, Luis Sánchez Santos, han coincidido en destacar el reflejo en las consultas de pediatría del cambio social experimentado en el país, más moderno y multicultural, con niños y adolescentes nativos de la cibernética y las nuevas tecnologías, que en ocasiones los abocan al aislamiento, y víctimas de la falta de conciliación de la vida familiar y laboral que acecha a las familias.

Existen acontecimientos estresantes como la separación o divorcio de los padres, su acoholismo o toxicomanía, que sufran una enfermedad grave, pierdan el trabajo o exista un deficiente rendimiento escolar. «Hace 15-20 años los problemas que veíamos eran predominantemente biológicos; ahora nos llama la atención el aumento cada año de los problemas de tipo psicosocial», explica Luis Sánchez.

«Muchas veces llegan a la consulta niños que no comen y es que con cinco años toman biberones; el niño no es el rey de la casa sino el emperador.»

La sensación generalizada de estos profesionales es que cada vez ven más niños que sufren hiperactividad, falta de atención, impulsividad, maltrato psicológico y físico, abuso sexual, síndrome de Munchausen, fobias, ansiedad y depresión. Fruto de los nuevos tiempos es también el conocido como síndrome del emperador, que afecta a niños a los que no se les han puesto límites ni normas y que convierten la familia en un filiarcado. «Muchas veces llegan niños a la consulta porque no comen, pero empiezas a preguntar y descubres que, con cinco años, toman biberones; no es que no coman, es que comen lo que quieren, detectas que el niño no es el rey de la casa sino el emperador», ha razonado Bonal.Para detectar estos problemas, el tiempo es un condicionante irrenunciable y el pediatra es el principal «sensor».

Sin embargo, la sobrecarga que tienen las consultas de pediatría convierte el tiempo en un recurso escaso. «Para diagnosticar una hiperactividad, las guías clínicas indican que es necesario disponer de una hora y nosotros contamos, en el mejor de los casos, con diez minutos. Es evidente que hay un conflicto importante entre la disponibilidad de tiempo que tenemos y el que necesitan estos pacientes. La sobrecarga asistencial perjudica a los pacientes más complejos».

Dedicar tiempo al paciente para lograr un diagnóstico correcto es la primera recomendación de Jesús García. La segunda es no demonizar ni a los padres ni a los niños. Finalmente, al pediatra corresponde encauzar el tratamiento buscando soluciones a través de la colaboración con diferentes profesionales, fundamentalmente psicólogos, psiquiatras, neurólogos y trabajadores sociales.

Buen diagnóstico
Aunque se necesitan estudios que cuantifiquen el incremento de estas patologías en la infancia, la Sepeap dispone de algunas cifras, como el que entre el 10 y el 20 por ciento de los niños y adolescentes padecen trastornos de ansiedad. Subraya asimismo la importancia de un adecuado diagnóstico y un tratamiento para evitar la cronificación del cuadro, la aparición de comorbilidades y la evolución de la enfermedad en la vida futura.

Jesús García ha aconsejado al pediatra a tener en mente la depresión en su práctica clínica porque los niños pueden sufrirla desde edades tempranas. El diagnóstico requiere pensar en el trastorno, conocer sus características clínicas y disponer, en la medida de lo posible, de varias fuentes de información: «Los niños son un fuente altamente fiable y conocer lo que les sucede requiere dedicación. Detectar los signos y síntomas depresivos implica no sólo conocer el cuadro clínico, sino escuchar lo que el niño nos dice y lo que calla».

En edad preescolar los síntomas pueden ser irritabilidad, apatía, falta de interés, de colaboración con los padres, mímica triste, crisis de llanto, anorexia y trastornos del sueño, mientras que en la edad escolar alertan de este problema una expresión triste, hiperactividad o lentitud motriz, y sentimientos de desesperanza, entre otros.

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El acoso escolar debe encararse con actuación integral

Los datos que maneja la Sepeap indican que entre el 2 y el 10 por ciento de los niños españoles sufren acoso escolar grave y entre el 15 y el 35 por ciento soportan intimidaciones leves. El pediatra y miembro de la Sepeap Jesús García ha llamado la atención sobre los niños y personas que son testigos del acoso escolar y no lo revelan: «Me preocupa el silencio de los buenos». A su juicio, esas situaciones precisan de una actuación integral en la que intervengan el colegio, los trabajadores sociales y los pediatras, que se extienda a este grupo de sujetos pasivos y no se centre exclusivamente en la víctima y el agresor.El acoso escolar se produce con mayor frecuencia entre los 10 y los 14 años. El patrón de víctima es una persona pacífica, con baja capacidad de respuesta, tímida y vulnerable, buen estudiante y hábil en sus relaciones con los adultos, y que provoca celos y envidia. Según García, hay que enseñar al niño a decir no: «Debe aprender a hacer frente a su acosador, que siempre va a buscar al más débil».El acosador suele no sentirse bien consigo mismo, quiere controlar y dominar a los demás; busca el poder social y un reconocimiento que no puede obtener de otra manera; es frío emocionalmente, prepotente, con temperamento impulsivo y carece de sentimiento de culpa. Posiblemente, es o fue víctima de violencia doméstica y procede de una familia desestructurada.

 

WFMH Centro de Salud Mental TRANSCULTURAL.

 

 

 

 

 

Fuente: http://www.wfmh.org/00transcultural.htm

WFMH
HACIENDO LA SALUD MENTAL UNA PRIORIDAD GLOBAL
El Centro de WFMH para la Salud Mental Transcultural fue establecido en diciembre de 2006 como un programa en curso dentro de la Secretaría de la WFMH. El Centro se concentra la atención en cuestiones relacionadas con la cada vez más multi-cultural los aspectos de la conciencia de la salud mental, la prestación de servicios, y la necesidad de desarrollar sistemas culturalmente sensibles de los servicios de salud mental en los países y comunidades de todo el mundo. El establecimiento y desarrollo del Centro de WFMH para la Salud Mental Transcultural fue posible gracias a una beca de Eli Lilly and Company y Boehringer Ingelheim.

Entre los temas claves relacionados con el «papel de la cultura en salud mental» que es el foco de la WFMH Centro de Salud Mental Transcultural son los siguientes:

1) El papel que juega la orientación cultural de cómo los profesionales de salud mental que sobre la depresión y sus trastornos asociados, reconocer sus síntomas, diagnosticar con precisión y eficacia que el tratamiento en pacientes que pueden tener una orientación cultural diferente

2) El papel que desempeña la cultura en cómo los individuos, miembros de la familia y las comunidades perciben y responden a los síntomas de la depresión – cómo y dónde buscar ayuda o tratamiento en el tratamiento de los síntomas de la depresión

3) El papel que desempeña la cultura en la interacción de profesionales de la salud mental con pacientes de una cultura diferente — ¿cómo estas diferentes perspectivas culturales juegan en la configuración de tratamiento comunitario o institucional sobre la base.

4) El papel que la perspectiva cultural sobre la salud mental y los trastornos mentales tiene en la mano de obra en general (empresas y la industria), en particular en los programas de asistencia a los empleados, políticas de licencia médica y familiar, cobertura de seguro médico, etc)

El Mundial de 2007 Día de la Salud Mental de paquetes en el tema de Salud Mental en un Mundo Cambiante, el impacto de la cultura y la diversidad se relaciona con el objetivo de este Centro.

 

 

 

WFMH CONVOCA FORO INTERNACIONAL DE EXPERTOS SOBRE LA REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES EN SALUD MENTAL para las Minorías Étnicas

La Federación Mundial de Salud Mental convocó a un Foro Internacional de Expertos sobre Reducción de las diferencias en los Servicios de Salud Mental de las Minorías Étnicas en Minneapolis, Minnesota, 17-19 diciembre, 2008. El Foro fue un componente del Centro de WFMH para Transcultural de Salud Mental (CTMH) 2008 programa de continuación de los trabajos.

El Foro fue organizado como un primer paso en los esfuerzos del Centro preste mayor atención sobre la crisis de las crecientes disparidades en el acceso a servicios de salud mental de las minorías étnicas y personas de culturas de los inmigrantes, para determinar qué se puede hacer para enfrentar esta crisis, y reducir las deficiencias actuales en la disponibilidad del servicio y la accesibilidad.
El Foro Internacional de Expertos reunido a expertos clave en las disparidades de salud con el fin de obtener una perspectiva y formular recomendaciones y orientaciones sobre cómo el CTMH WFMH pueden adquirir los conocimientos y las redes necesarias para jugar un papel de liderazgo en este tema . Los miembros del panel del Foro fueron:

Dr. Sergio A. Aguilar-Gaxiloa, Centro para la Reducción de Disparidades de Salud de la Universidad de California Davis
Dr. Morton Beiser, el Centro Común de Excelencia para la Investigación sobre Inmigración y Colonización de la Universidad de Toronto, Canadá
Trina Dutta, MPP, MPH, del Centro de SAMHSA Servicios de Salud Mental
L. Patt Franciosi, PhD, Vicepresidente de Desarrollo de Programas, WFMH (Presidente)
El profesor Frederick Hickling, Departamento de Salud Comunitaria y Psiquiatría de la Universidad de las Indias Occidentales, Jamaica
DJ Ida, PhD, National Asian American islas del Pacífico Asociación de Salud Mental
Dr. Gabriel Ivbijaro, la Organización Mundial de Médicos de Familia (Wonca) Grupo de Trabajo sobre Salud Mental, Reino Unido
Jeffrey King, PhD, de las Primeras Naciones de Salud Mental Asociación Centro de la psicología transcultural, Western Washington University
Charles G. Ray, CGR y Asociados (líder de la discusión / Facilitador)
Algunos de los temas que se examinaron durante el Foro fueron:

Mental servicios de las disparidades de salud en todo el mundo: Definir el alcance del problema
La influencia de la raza y la cultura en la planificación y prestación de servicios
Las disparidades en los servicios de salud mental para las minorías étnicas en los EE.UU. y otros países occidentales
Las disparidades en materia de investigación y ensayos clínicos para las minorías étnicas
Obstáculos a los servicios de salud mental y la investigación de las minorías étnicas
Cómo superar las barreras a los servicios de salud mental y la investigación de las minorías étnicas
Llamada a la acción para todos los interesados
Razón de ser del Foro

Muchas minorías étnicas en los Estados Unidos y en otros países occidentales se enfrentan a grandes desafíos en la vida cotidiana, que van desde el lenguaje a la cultura, de la situación económica de las relaciones sociales. Si las minorías procedentes de otros países o han nacido en el país de residencia actual, se enfrentan a problemas de adaptación y aceptación, las diferencias contra el racismo, el desempleo, lingüísticas y culturales. Estos retos también existe un gran porcentaje de la población indígena. Estos problemas de traumas y el ajuste de crear una innegable fuente de estrés y, muy a menudo, la mala salud, tanto física como mental.

Además, las siguientes cuestiones se enfrentan las minorías en su país de adopción todos los días:

Problemas de accesibilidad de la atención de la salud mental
Ausencia de participación de las minorías en el desarrollo y prestación de servicios
Distribución desigual de los servicios
Mala calidad y la cantidad de datos sobre problemas de las minorías de la salud mental y uso de los servicios
Financiación a corto plazo e incierta de servicios específicos para las minorías
Escasa difusión de los conocimientos acumulados por las buenas prácticas
La falta de investigación teniendo en cuenta los aspectos culturales únicas de los individuos como la falta de ensayos clínicos con las variables culturales necesarios
La falta de estrategias definidas para la contratación y las minorías étnicas en los ensayos clínicos de nuevos medicamentos y técnicas terapéuticas
La información obtenida a través de la exploración y los debates del Foro proporcionará el Centro de WFMH en Salud Mental Transcultural (CTMH) información básica y orientación para la labor futura relativa a estas importantes cuestiones.

La WFMH Foro Internacional de Expertos en Reducción de las diferencias en los Servicios de Salud Mental para las minorías étnicas y los inmigrantes fue posible gracias a una beca educativa de Eli Lilly & Company.

«El gran empuje por la Salud Mental»

 

 

 

 

 

 

 

F e d e r a c i ó n

M u n d i a l

d e l a

S a l u d

M e n t a l

Fuente: http://www.wfmh.org/

PROGRAMA DE LA FEDERACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL
EL GRAN EMPUJE POR LA SALUD MENTAL

La Federación Mundial de la Salud Mental (FMSM) sigue impulsando su visión de un mundo en el que la
salud mental es una prioridad de todos. Pese al creciente reconocimiento de que los servicios de atención
de la salud mental son de importancia crítica, aún siguen recibiendo poca atención. No reciben los recursos
ni el apoyo que merecen.
La FMSM sigue patrocinando congresos internacionales sobre innovaciones en materia de salud mental y
de promoción de la salud mental y prevención, dirigiendo proyectos de interés local o regional específicos,
como por ejemplo los relativos al VIH/SIDA y la depresión, y a la diabetes y la depresión; también sigue
coordinando y prestando apoyo al Día Mundial de la Salud Mental. (El Día Mundial de la Salud Mental fue
creado por la FMSM).
La FMSM ha redoblado recientemente los esfuerzos para lograr su visión mediante una iniciativa
denominada “El gran empuje por la salud mental”. La FMSM ha forjado una alianza estratégica con el
Movimiento mundial pro salud mental (MGMH por sus siglas en inglés). Dicho Movimiento se describe en
una serie de artículos de la revista The Lancet. Básicamente, los artículos argumentan que las enfermedades
mentales constituyen un porcentaje importante de la carga a nivel mundial que suponen las enfermedades y
que, al darle prioridad y atención a la salud mental, se contribuirá en mucho al desarrollo tanto económico
como social. Los temas principales del Gran empuje son unidad, visibilidad, derechos y recuperación, y la
planificación de este programa ya está en curso.
Las actividades más importantes que está emprendiendo la FMSM incluyen: formulación de una campaña
popular para aumentar la visibilidad y prioridad de la salud mental en la mente del público a nivel
internacional, colaboración con la Secretaría de la Commonwealth en anticipación a la Sesión Especial de la
ONU sobre Enfermedades No Contagiosas, programada para septiembre de 2011, participación en el
proceso de las Naciones Unidas de reformulación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y promoción
del Gran Empuje mediante el uso de medios tanto tradicionales como sociales.
Recientemente (septiembre de 2010), la Organización Mundial de la Salud publicó un informe titulado
Salud mental y desarrollo que propone la integración de la salud mental en los esfuerzos de desarrollo. La salud
mental está íntimamente vinculada con áreas fundamentales del desarrollo como la educación y la
productividad humana. Este año nuestro tema para el Día Mundial de la Salud Mental destaca la relación de
la salud mental con las enfermedades físicas crónicas. Al identificar como una nueva calamidad a las
enfermedades no contagiosas tales como las dolencias cardíacas, la diabetes, el cáncer y las enfermedades
respiratorias, también se hace evidente que la relación de éstas con la salud mental es tanto estrecha como
inevitable. En definitiva, no hay salud sin salud mental y no hay desarrollo sin salud Y salud mental.

Únase a nosotros en este Gran Empuje.

Vijay Ganju, Secretario General/Director ejecutivo

Federación Mundial de la Salud Mental

Clasificaciones en psiquiatría

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 6

Clasificaciones en psiquiatría
J. E. Rojo Rodes, J. Vallejo Ruiloba

Fuente: http://www.psiquiatria.com/tratado/cap_6.pdf

INTRODUCCIÓN
El hombre siempre ha agrupado y clasificado
las cosas que le rodean, según el diccionario
María Moliner “clasificación es la acción y el
efecto de clasificar”, entendiendo por clasificar
“dividir un conjunto de cosas en clases o grupos”.
Pinel introduce en psiquiatría el término nosografía
(1), de uso en botánica, refiriéndose al carácter lógico,
homogéneo, científico, razonado y razonable de
la clasificación propuesta, características que en
aquellas época se resumían como característica “filosófica”.
Como es conocido, Pinel intentó agrupar y
distribuir metódicamente las enfermedades en clases,
órdenes, géneros y especies. Por último, tenemos el
término taxonomía, introducido a principios del siglo
XIX, también, desde la botánica. Trata de la teoría
y método de construir sistemas de clasificación, es
decir, el estudio de las leyes y reglas que deben determinar
el establecimiento de métodos y sistemas de
clasificación. Es un término de gran aceptación en el
mundo anglosajón (“taxonomy”), donde es definido
como “clasificación, especialmente en relación a
leyes o principios generales”.
El conocimiento psiquiátrico está en fase de estructuración,
desconociéndose en gran parte los mecanismos
fisiopatológicos y los factores etiológicos
responsables de la sintomatología, existiendo múltiples
escuelas que defienden modelos de enfermar di

ferentes
o que niegan la propia existencia de la enfermedad
mental. Esta situación complica la clasificación
psiquiátrica convirtiéndola en un tema de
continuo cambio y discusión. Además, no siempre es
posible clasificar o estructurar, pues para ello se suponen
dos postulados previos: la existencia de trastornos
mentales y la posibilidad de describirlos, y una
condición: la utilidad de esa estructuración o clasificación.
El primer postulado incluye la definición del universo
o dominio a clasificar o estructurar, ligado a los
conceptos de salud y enfermedad, normalidad y
patología. Con lo que los autores que niegan la existencia
del trastorno mental o del modelo médico
indudablemente niegan la posibilidad de su estructuración.
Curiosamente el movimiento de la antipsiquiatría,
al plantear la negación del concepto general
de trastorno mental ayudó a esbozar su definición.
La posibilidad de clasificar el dominio psiquiátrico
exige un mínimo de dos objetos o formas de enfermar
y un máximo que debe ser numerable y finito.
Además debe existir la posibilidad de
descripción de los objetos pertenecientes al dominio,
es decir, debe ser posible representar el conocimiento
importante sobre esos objetos de forma válida.
De esta forma, el creer en la inexistencia de
diferentes trastornos, como defienden algunas teorías
organicistas del siglo XX, como las “reacciones
mórbidas en los predispuestos” de Bonhoeffer, Raec-

ke, Birnaum…, o la creencia en la naturaleza cuantitativa
de la diferencia entre distintos trastornos, dado
que todo lo que se altera en más y en menos también
se convierte en otro, excluye la clasificación. Indudablemente
las escuelas que creen en la individualidad
también creen en la infinita forma del enfermar
y por tanto ven inútil o negativa la estructuración. La
utilidad de la clasificación está relacionada con el
resultado de su aplicación: pronóstica o terapéutica.
EL DESARROLLO DE UN SISTEMA
DE CLASIFICACIÓN
Inicialmente una clasificación no explica un fenómeno;
únicamente lo describe e identifica. En este
nivel la clasificación es llamada alfataxonomía (2),
tratándose de una recopilación o lista de objetos y de
su descripción. Esta fase es importante para la recopilación
y construcción de una nomenclatura ordenada
y adecuada. En una segunda fase se define el dominio
o concepto a clasificar y la descripción de los
objetos o elementos incluidos en él. En una tercera
fase se buscan y aplican leyes o principios que organicen
su estructura, convirtiendo las listas anteriores
en un verdadero sistema taxonómico, que tiene que
disponer de conceptos clasificatorios (3) y un sistema
comprensivo y simple de leyes (4) que posea una estructura
clara y sistemática y que abarque todos los
elementos de la clasificación, incluso el conjunto de
palabras utilizado por el sistema (5). La construcción

de una verdadera clasificación debe disponer de una
hipótesis que constituya el plan taxonómico; como el
caso de las etaminas en la clasificación de Linneo o
la estructura atómica en el caso de Mendelejew.
LA ESTRUCTURACIÓN DEL CONOCIMIENTO
PSIQUIÁTRICO
La psiquiatría a lo largo de su historia (Tabla I) ha
ido estructurando su conocimiento sobre distintas
cuestiones, inicialmente con la formación y definición
del concepto global, es decir con la afirmación
de la existencia de la enfermedad mental, y con su
definición intensional y extensional, es decir a través
de la descripción de sus cualidades o de las entidades
que forman el concepto general. Posteriormente entran
en juego las reglas diagnósticas y los criterios de
clasificación. La mayoría de estas etapas aún están
en fase de construcción en psiquiatría, como veremos
a continuación.
LA FORMACIÓN Y DEFINICIÓN
DE LA ENFERMEDAD MENTAL
La definición del dominio o concepto a clasificar
debe abarcar a todas las entidades del sistema de clasificación.
En el caso de la enfermedad mental existen
problemas incluso con la nomenclatura. La palabra
“trastorno mental” es el resultado de una lucha

de términos y conceptos asociados que ha llevado al
desafortunado destierro, en los grandes sistemas de
clasificación, de la palabra “enfermedad”, debido,
justamente, a su significado.
La definición del concepto debe realizarse desde
dos perspectivas: una definición “intensional”, relatando
las propiedades de ese concepto, y una definición
“extensional”, listando los objetos que pertenecen
a ese dominio. Ambos tipos de definición se han
ido formando y definiendo a lo largo de la historia
(Tabla I).
Las primeras descripciones de enfermedades
mentales se encuentran en el papiro de Ebers, aunque
Menninger cita como primera referencia el deterioro
senil del príncipe Ptah-hotep en el año 3.000
a.C. Sin embargo para encontrar una primera lista
de términos debemos llegar a la medicina griega. Esta
considera los trastornos mentales como alteraciones
corporales en función de la teoría humoral (Hipócrates
y Galeno después), o siguiendo a la escuela
metódica (Sorano de Efeso) según un exceso de contracción
(status strictus) o relajación (status laxus)
de los tejidos.
En esa época los trastornos mentales no existen
como concepto aislado sino que están incluidos en el
conocimiento médico en general. Aún así hay varias
nosografías simples: la de Hipócrates de Cos, Sorano
de Efeso, Celso o Areteo de Capadocia. En el antecedente
de lo que pudiera ser la definición del dominio,
es decir del trastorno o enfermedad mental,
podemos citar al médico bizantino del siglo VI Aecio
de Amida, que en su obra Tetrabiblon da tres clases
de “frenitis”: las que afectaban la memoria, radicadas
en la parte anterior del cerebro, las que afectaban
la razón, que se hallarían en la parte media, y las
que afectaban la imaginación, que estarían en la parte
posterior.
En la Edad Media el avance de las teorías extranaturales
o mágicas cobra protagonismo, disminuyendo
el interés por cualquier concepto relacionado con la
nosografía. Esta tendencia se debilita con la llegada
del Renacimiento, se abandona el espiritismo y se reafirma
el soma como origen de las afecciones de la
mente, que son consideradas como alteraciones de la
“physis” individual y equiparadas al resto de las enfermedades
humanas. En esta época hay pocos trabajos
nosográficos, se puede citar a Zacchias que intenta
organizar las “Rationis laesio” (heridas inflingidas a
la razón) e incluso a San Vicente de Paul, que menciona
distintos cuadros en una época donde el vulgo
también diferenciaba varios tipos de alienados: locos,
imbéciles, idiotas, cretinos y poseídos (6).
El interés por las sistematizaciones renace con
Paracelso, que en el siglo XVI distingue los “lunatici,
insani, vesani y melancholici”, con una lógica bastante
clara para Foucault. Paracelso influye en Félix
Platter, cuya Práctica Médica intenta construir una
nosografía de las alteraciones mentales con base sintomática.

Thomas Willis y Sydenham acuñaron el concepto
de “enfermedad nerviosa”, individualizando este tipo
de enfermedad del resto de enfermedades médicas.
A partir de ese momento y con el siglo XVIII se intensifican
los intentos de sistematización y clasificación
de los síntomas y las enfermedades mentales.
Podemos citar el intento, basado en la iatromecánica,
de George Cheyne, o el de Robert Whytt, que
amplió el pensamiento de Willis dividiendo las diferentes
afecciones en hipocondriasis, histeria y agotamiento
nervioso. Por último podemos citar a William
Cullen que en su obra “First lines of the practice of
Physick” dedica cuatro libros a las enfermedades
mentales, usa el término “neurosis”, y las divide en
comata, adynamiae y spasmi.
En estos momentos se cuenta con los primeros
intentos de descripción intensional y extensional del
concepto de enfermedad mental, con una lista mal
definida de entidades o trastornos y una descripción
cualitativa no sistematizada.

Influencia de las estrategias de la memoria

 

 

 

 

 

 

Influencia de las estrategias de la memoria en el rendimiento de las pruebas de memoria: un estudio en el envejecimiento sano y patológico.
Fuente: http://web.ebscohost.com/ / http://www.psiquiatria.com/

Autores:

Yubero, R.
Gil, P.
Pablo, N.
Maestu, F.

Fuente:

Envejecimiento, Neuropsicología y Cognición , Sep2011, vol. 18 Issue 5, p497-515, 19p, 5 Gráficas, un gráfico

Descriptores:

ENVEJECIMIENTO
las pruebas de memoria
función ejecutiva (Neuropsicología)
Los lóbulos frontales
cognitivo leve deterioro
NEUROPSICOLOGÍA
análisis discriminante
PATOLOGÍA

Resumen:

La capacidad de generar estrategias de memoria es un factor clave en el desempeño de las tareas de memoria episódica. Si la capacidad de generar estrategias de memoria, influye en el desempeño de las pruebas de memoria en la población de edad avanzada sigue siendo un tema de debate. Aquí se presentan los resultados de una tarea de memoria experimental (ensayo de estrategias de memoria, TMS), integrado por cinco listas de palabras a partir de una tarea de aprendizaje incidental, y cuatro listas más que progresivamente gana en su organización externa del material, reduciendo la necesidad de movilizar estrategias complejas de memoria. TMS se ha aplicado a cuatro grupos de pacientes de edad avanzada (deterioro cognitivo leve amnésico – AMCI, multidominio (mMCI), y deterioro cognitivo vascular – VCI y la depresión). y un grupo de envejecimiento saludable en condiciones de baja con la organización del material, y mMCI grupos de VCI (ambos muestran un deterioro mayor de la función ejecutiva) han mostrado un menor rendimiento. Sin embargo, como el material se organizó de manera progresiva, mejoraron su rendimiento. El grupo DCLa mostró un rendimiento similar al grupo control en el nivel inferior de organización externa, pero no mejorar el rendimiento en condiciones con un alto nivel de organización externa. El mMCI y grupos de VCI mostró un menor rendimiento en todas las condiciones de TMS en comparación con los controles. Análisis discriminante reveló 90% de sensibilidad y especificidad para diferenciar entre los grupos en función de las condiciones de TMS. Estos resultados indican la ejecutiva funciones influyen en el rendimiento en tareas de memoria en sujetos ancianos con diferentes perfiles neuropsicológicos. [RESUMEN DE AUTOR]

Derechos de autor de envejecimiento, Neuropsicología y Cognición es propiedad de la Psicología de Prensa (Reino Unido) y su contenido no puede ser copiado o enviado por correo electrónico a múltiples sitios o enviado a una lista de distribución sin autorización expresa por escrito del titular del derecho de autor. Sin embargo, los usuarios pueden imprimir, descargar o artículos de correo electrónico para uso individual. Este resumen puede ser resumida. No se ofrece garantía sobre la exactitud de la copia. Los usuarios deben consultar la versión original publicada del material para el resumen completo. (Derechos de autor se aplica a todos los resúmenes. )

Psicosis esquizoafectivas

 

 

 

 

Capítulo 17 /Fuente: http://www.psiquiatria.com/

Psicosis esquizoafectivas
M. Gutiérrez Fraile, M. Bernardo Arroyo, A. González Pinto

HISTORIA DEL CONCEPTO
La clasificación en psiquiatría tiene su origen
en la obra de Emil Kraepelin. Este autor alemán
diferencia los trastornos psicóticos mayores
en base a la fenomenología y el curso
distinguiendo la enfermedad maníaco depresiva (que
incluía la locura circular de Falret y las depresiones
únicas o recurrentes) y la demencia precoz, más tarde
denominada esquizofrenia por Bleuler. Este último
autor diagnosticaba la esquizofrenia por la presencia
de los síntomas fundamentales y amplía los
límites del trastorno, incluyendo bajo este concepto
cuadros acompañados de un trastorno afectivo completo.
Para Kraepelin la enfermedad maníaco depresiva
tenía un curso episódico, un mejor pronóstico y una
mayor base genética. Este dualismo nosográfico, si
bien ha sido de utilidad considerable y hasta cierto
punto vigente, deja numerosos cuadros clínicos sin
una adscripción específica, ya que no poseen la tipifidad
exigida para cada uno de los grupos (Vallejo,
1991). Sin embargo, Kraepelin siempre fue consciente
de la provisionalidad de su sistema de clasificación
y en 1920 llega a la conclusión de que ambos
pueden ser difíciles de diferenciar en ocasiones (Kraepelin,
1920). Entre ambos trastornos quedan las
psicosis esquizoafectivas, descritas por Kasanin en
1933, que incluían al inicio bajo ese término a un

grupo de pacientes jóvenes con un buen ajuste premorbido,
que tras factores estresantes desarrollaban
rápidamente psicosis con trastornos sensoperceptivos
y marcada afectación emocional, pero sin “pasividad”
(Kasanin, 1933). Con anterioridad a Kasanin
eran bien conocidos una serie de trastornos benignos
en su evolución con respecto a la esquizofrenia y
psicopatológicamente muy floridos. Kleist describió
varios cuadros clínicos con síntomas mixtos que englobó
bajo el término de psicosis marginales que incluía
las psicosis cicloides, paranoides, epileptoides,
del Yo o histeroides referenciales. Este autor consideró
que las psicosis cicloides se encontraban en el
límite entre la esquizofrenia y la psicosis maníaco-depresiva;
Langfeldt (1969) distinguió entre las esquizofrenias
procesuales y las psicosis reactivas con
pronóstico favorable; Leonhard desarrollo el concepto
de psicosis cicloides, de curso fásico y con un gran
componente hereditario.
El DSM-I y II consideraron que la psicosis esquizoafectiva
era un tipo de esquizofrenia, es decir, prevalece
la doctrina Bleuleriana. Sin embargo la investigación
psiquiátrica dejaba claro que los síntomas de
primer rango de Schneider y otros síntomas típicamente
esquizofrénicos como los trastornos formales
del pensamiento estaban presentes en pacientes con
historia familiar, evolución y respuesta al tratamiento
que no dejaban dudas de que se trataba de un trastorno
del humor. En el DSM-III cambia esta tradición

para incluir las psicosis esquizoafectivas en el apartado
de psicosis no clasificadas en otra parte, y sin
existir criterios diagnósticos específicos para este
trastorno. El DSM-III-R y el RDC si nos brindan criterios
diagnósticos, siendo necesaria la presencia de
síntomas agudos de manía o depresión y de esquizofrenia,
y la existencia de delirios y alucinaciones durante
al menos dos semanas en ausencia de síntomas
afectivos (si la duración fuera menor a dos
semanas se trataría de un trastorno del humor). El
RDC distinguía ya un trastorno esquizoafectivo maníaco
y otro depresivo.
El sistema actual de clasificación americano DSMIV
mantiene la misma filosofía del DSM-III-R.
HIPÓTESIS DE LA NATURALEZA
DEL TRASTORNO ESQUIZOAFECTIVO
El trastorno esquizoafectivo, con la definición actual,
es probablemente un trastorno heterogéneo,
proponiendo algunos autores que se trata de un
puente entre las grandes psicosis (Bipolar y Esquizofrenia),
apoyando así la teoría del continuum (Crow,
1986; Lapensee, 1992). Se han encontrado que
existen diferencias genéticas modestas entre los trastornos
esquizoafectivos y los trastornos del humor
con síntomas psicóticos. Otros defienden la coexistencia
de las dos enfermedades, de modo que se daría
una interacción genotípica que daría lugar a cuadros
mixtos. Sin embargo, Slater y Roth (1969)
consideraron que una observación suficientemente
prolongada en el tiempo permite clasificar a estos
pacientes bien como trastornos del humor, bien como
esquizofrenias. Esto apuntaría a una interpretación
dicotómica de las grandes psicosis.
Uno de los principales problemas al estudiar las
psicosis esquizoafectivas está en el bajo grado de
acuerdo entre los diferentes sistemas de clasificación.
Brockington y Leff (1979) advierten que al utilizar 8
criterios diagnósticos diferentes el acuerdo es alarmantemente
bajo. Si tenemos en cuenta las ideas de
la escuela de San Luis de que para que una hipótesis
diagnóstica sea aceptada debe cumplir unos requisitos
comunes en cuanto a historia familiar, curso, clínica,
epidemiología y respuesta terapéutica, nos encontramos
que estamos ante una entidad que no los
cumple. Los resultados de las ultimas investigaciones
con los criterios actuales de la enfermedad encuentran
en unos casos que se trata de una entidad esquizofrénica,
en otros de un trastorno afectivo y unos
terceros lo consideran un trastorno distinto. Se ha
propuesto también que existen varios subtipos de
psicosis esquizoafectivas, estando unas cercanas a la
esquizofrenia y acercándose otras más al trastorno
bipolar.
Para un análisis más claro del trastorno, ha sido
básica la separación iniciada por el RDC de PEA maníaca
y depresiva.

PSICOSIS ESQUIZOAFECTIVA
DE TIPO MANÍACO
Resulta curioso que el trastorno esquizoafectivo de
tipo maníaco y la manía sean diagnosticados con frecuencia
en los mismos individuos en diferentes ocasiones,
consiguiendo una pobre concordancia diagnóstica
(Rice, 1994). Se ha propuesto que los
pacientes con inestabilidad diagnóstica a lo largo del
tiempo no padecen esquizofrenia (Winokur, 1996).
Si tenemos en cuenta que todos los síntomas psicóticos
pueden estar presentes en la manía, es fácil comprender
a quienes defienden la hipótesis de que la
PEA de tipo maníaco es un subtipo de trastorno bipolar.
Se pueden encontrar delirios somáticos, de grandeza,
persecutorios, de referencia, nihilísticos, extraños
y sistematizados; alucinaciones auditivas, visuales,
olfatorias y táctiles; trastornos formales del pensamiento;
y catatonía (McElroy, 1996). Muchos estudios
encuentran que los síntomas psicóticos incongruentes
y los síntomas psicóticos extraños son relativamente
frecuentes en la manía (Goodwin y Jamison, 1990).
Tohen describe una mayor frecuencia de síntomas psicóticos
incongruentes con el humor que los congruentes
(Tohen, 1992) y no existen síntomas psicóticos patognomónicos
de un determinado trastorno (Pope y
Lipinsky, 1978). En un estudio realizado en Alava en
pacientes bipolares encontramos que un 31% de los
pacientes habían sido diagnosticados al inicio de esquizofrenia
o de otros diagnósticos relacionados (González-
Pinto y cols, 1996). La edad de comienzo temprana
se asocia a mayor presencia de psicosis, al menos
al inicio de la enfermedad (Strober, 1996). Los pacientes
con comienzo temprano tendrán cuadros más
floridos que los de comienzo tardío (Rosen, 1983; Mc-
Glashan, 1988, Weller, 1995; Carlson, 1994; Isaac,
1992). Se ha postulado que exista una disminución de
los síntomas psicóticos a lo largo de la evolución (Winokur,
1985). Las psicosis funcionales pueden tener
expresiones clínicas más claras a medida que transcurre
el tiempo (McGorry, 1994; Marneros, 1991). Esto
no significa que el pronóstico sea peor en los pacientes
con comienzo temprano (McGlashan, 1988). Debemos
tener en cuenta también que la frecuente utilización
simultánea de drogas o alcohol enmascara
muchas veces el cuadro clínico. Existe comorbilidad en
el 50% de los primeros episodios psicóticos según algunos
estudios (Strakowski,1995) siendo el abuso de
sustancias el diagnostico más frecuente, y este es más
frecuente en psicosis afectivas que en las no afectivas.
En un estudio longitudinal de episodios maníacos
no tratados se encuentran tres estadios en la manía: el
estadio I: hipomanía o manía ligera; estadio II) manía
completa y estadio III) manía psicotica. Se observa a
medida que se incrementan los síntomas durante el
episodio agudo que los síntomas psicóticos se hacen
más prominentes y extraños, a pesar de que el estudio
excluía a pacientes con historia de síntomas de primer
rango de Schneider (Carlson y Goodwin, 1973).

En general la información sobre la PEA tipo maníaco
sugiere que se trata de un subtipo de manía de
especial gravedad. Debemos tener en cuenta que en
la manía pueden darse algunos de los síntomas de
primer rango de Schneider, a los que el DSM-IV considera
típicamente esquizofrénicos. Dependiendo de
los autores, del tamaño de la muestra y la metodología
del estudio la prevalencia de síntomas de primer
rango de Schneider es del 12 al 34% (Goodwin y Jamison,
1990; McElroy, 1996; Tanenberg-Karant,
1995). La presencia de síntomas psicóticos incongruentes
se encuentra en algunas ocasiones con más
frecuencia que los congruentes en los pacientes bipolares
(Tohen, 1992).
PSICOSIS ESQUIZOAFECTIVA
DE TIPO DEPRESIVO
Esta categoría diagnóstica engloba un grupo heterogéneo
de trastornos; Se incluyen aquí pacientes
que siguen una evolución esquizofrénica y otros que
siguen una evolución bipolar. En general, todos los
estudios de pronóstico encuentran niveles intermedios
de adaptación entre esquizofrenia y trastornos
afectivos en las psicosis esquizoafectivas de tipo depresivo
(Opjordsmoen, 1989).

CONCLUSIONES
En el momento actual la controversia que existe alrededor
de la nosología y etiología de las psicosis esquizoafectivas
sigue sin resolverse. Los criterios diagnósticos
de las grandes psicosis varían con el tiempo,
haciendo difícil la comparación de diversos estudios.
Los resultados de las investigaciomes actuales tanto en
cuanto a evolución como en cuanto a pronóstico
apuntan a que los trastornos esquizoafectivos de tipo
maníaco son un subtipo especialmente grave de trastorno
bipolar. Existe una mayor heterogeneidad en el
subtipo esquizodepresivo. Son necesarios más estudios
que permitan conocer predictores pronósticos de
este trastorno así como el tratamiento más adecuado.

Riesgo absoluto de suicidio después del primer contacto.

 

 

 

 

Artículo original

11/oct/2011 · Archives of General Psychiatry. 2011 Oct;68(10):1058-1064.

Fuente: http://www.psiquiatria.com/

Riesgo absoluto de suicidio después del primer contacto con el hospital en el trastorno mental.

(Absolute Risk of Suicide After First Hospital Contact in Mental Disorder.)

Resumen

Contexto. Las estimaciones de riesgo de suicidio en la vida en los trastornos mentales se basan en muestras seleccionadas con un seguimiento incompleto.

Objetivo. Estimar, en una cohorte nacional, el riesgo absoluto de suicidio dentro de los 36 años después del primer contacto psiquiátrico.

Diseño. Estudio prospectivo de casos incidentes de seguimiento de hasta 36 años. La mediana de seguimiento fue de 18 años.

Escenario. Datos individuales procedentes de registros longitudinales daneses.

Participantes. Un total de 176 347 personas nacidas el 1 de enero de 1955, hasta el 31 de diciembre de 1991, fueron seguidas desde su primer contacto con servicios secundarios de salud mental después de 15 años de edad hasta la muerte, emigración, desaparición, o hasta el final de 2006. Para cada participante, se incluyeron 5 individuos controles emparejados.

Principales medidas de resultado. Riesgo absoluto de suicidio en el porcentaje de personas de hasta 36 años después del primer contacto.

Resultados. Entre los hombres, el riesgo absoluto de suicidio (95% intervalo de confianza [IC]) fue el más alto para el trastorno bipolar, (7,77%, 6,01% -10,05%), seguido por el trastorno afectivo unipolar (6,67%, 5,72% -7,78%) y la esquizofrenia (6,55%, 5,85% -7,34%). Entre las mujeres, el riesgo más alto se encontró entre las mujeres con esquizofrenia (4,91%, 95% CI, 4,03% -5,98%), seguido por el trastorno bipolar (4,78%, 3,48% -6,56%). En la población no psiquiátrica, el riesgo fue de 0,72% (IC 95%, 0,61% -0,86%) para los hombres y 0,26% (0,20% -0,35%) para las mujeres. El abuso de sustancias comórbido y el trastorno afectivo unipolar comórbido aumentaron significativamente el riesgo. La co-ocurrencia de la autoagresión deliberada aumentó el riesgo aproximadamente 2 veces. Los hombres con trastorno bipolar y la autoagresión deliberada tenían el mayor riesgo (17,08%, IC 95%, 11,19% -26,07%).

Conclusiones. Este es el primer análisis del riesgo absoluto de suicidio en una cohorte nacional total de individuos en seguimiento desde el primer contacto psiquiátrico, y que representa, a nuestro entender, la muestra más grande hasta el momento con el seguimiento más largo y completo. Nuestras estimaciones son inferiores a las citadas con más frecuencia, pero siguen siendo importantes e indican la necesidad continua para la prevención del suicidio entre las personas con trastornos mentales.

Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original: archpsyc.ama-assn.org/

Abstract

Context. Estimates of lifetime risk of suicide in mental disorders were based on selected samples with incomplete follow-up.

Objective. To estimate, in a national cohort, the absolute risk of suicide within 36 years after the first psychiatric contact.

Design. Prospective study of incident cases followed up for as long as 36 years. Median follow-up was 18 years.

Setting. Individual data drawn from Danish longitudinal registers.

Participants. A total of 176 347 persons born from January 1, 1955, through December 31, 1991, were followed up from their first contact with secondary mental health services after 15 years of age until death, emigration, disappearance, or the end of 2006. For each participant, 5 matched control individuals were included.

Main Outcome Measures. Absolute risk of suicide in percentage of individuals up to 36 years after the first contact.

Results. Among men, the absolute risk of suicide (95% confidence interval [CI]) was highest for bipolar disorder, (7.77%; 6.01%-10.05%), followed by unipolar affective disorder (6.67%; 5.72%-7.78%) and schizophrenia (6.55%; 5.85%-7.34%). Among women, the highest risk was found among women with schizophrenia (4.91%; 95% CI, 4.03%-5.98%), followed by bipolar disorder (4.78%; 3.48%-6.56%). In the nonpsychiatric population, the risk was 0.72% (95% CI, 0.61%-0.86%) for men and 0.26% (0.20%-0.35%) for women. Comorbid substance abuse and comorbid unipolar affective disorder significantly increased the risk. The co-occurrence of deliberate self-harm increased the risk approximately 2-fold. Men with bipolar disorder and deliberate self-harm had the highest risk (17.08%; 95% CI, 11.19%-26.07%).

Conclusions. This is the first analysis of the absolute risk of suicide in a total national cohort of individuals followed up from the first psychiatric contact, and it represents, to our knowledge, the hitherto largest sample with the longest and most complete follow-up. Our estimates are lower than those most often cited, but they are still substantial and indicate the continuous need for prevention of suicide among people with mental disorders.

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La musicoterapia disminuye las alteraciones conductuales de personas con demencias.

 

 

 

Noticias

enfermedades mentales / Tratamientos / Psicoterapias

11/oct/2011 · Europa Press. 2011 Oct

Fuente:
http://www.psiquiatria.com/

La musicoterapia disminuye las alteraciones conductuales de personas con demencias avanzadas.

La musicopterapia mejora la calidad de vida las personas que sufren demencias avanzadas, al tiempo que reduce las alteraciones conductuales que les produce este problema degenerativo, según revela un estudio elaborado por especialistas de la ‘Fundacion Ingema’ y de ‘Matia Fundazioa’, en San Sebastián, y presentado recientemente en el VII congreso de la ‘European Union Geriatric Medicine Society (EUGMS) que se ha celebrado en Málaga.

Este trabajo estableció como objetivo el uso de la música como vínculo afectivo para poder mejorar o mantener los lazos afectivos y sociales, además de como elemento lúdico para mejorar la calidad de vida de este tipo de usuarios en un centro de día.

De esta manera, los autores de la investigación confiaban «incidir positivamente» en las alteraciones de comportamiento que puedan tener las personas que están en una fase avanzada de la demencia, así como aumentar su capacidad de implicación en las actividades.

Para tal fin, el proyecto se llevó a cabo en los centros de día Elizaran y Rezola de ‘Matia Fundazioa’, ya que ambas instalaciones tienen un perfil similar de usuarios.

En total, la muestra estaba compuesta por 40 sujetos divididos en grupo experimental y grupo un control.

Ya durante la evaluación, todos los sujetos fueron analizados pre y post tratamiento con el siguiente protocolo: GDS de Reisberg, MEC, SCIP (Severe Cognitive Impairment Profile), Escala de Depresión en Demencia de Cornell, Escala de Ansiedad de Hamilton, NPI, índice de Barthel.

Además, se recogió la historia sonora de los participantes con el fin de adecuar el contenido de las sesiones, que fueron impartidas por un experto en musicoterapia. Durante estas sesiones, se recogió también la capacidad de activación e implicación mediante un método de observación desarrollado al efecto.

El grupo experimental recibió un programa de musicoterapia de ocho sesiones de duración, además de las intervenciones habituales, que son las mismas que recibe el grupo control. Cada sesión tenía una duración de 50 a 60 minutos.

Entre los principales resultados y conclusiones del estudio destacan el que la musicoterapia disminuyó algunas alteraciones de conducta y de la apatía, toda vez que aumentó la activación e implicación en el grupo experimental respecto al grupo control.

Por todo ello, los autores han concluido que la musicoterapia como terapia complementaria en demencias avanzadas «supone un beneficio añadido al del resto de terapias que se realizan en los centros de día, ayudando a mejorar la calidad de vida de los usuarios, mejorando los aspectos relacionales y sociales de la persona, influyendo positivamente en su implicación y estado de ánimo, y ayudando a minimizar las alteraciones conductuales.

 

 

 
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